
28.06.2023 31.07.2023
Trazas de Ronda
En 2019, un edificio familiar situado en el Casco Viejo de Bilbao se pone a la venta. El inmueble ha pertenecido a la familia de un miembro del colectivo desde que su bisabuela lo comprara antes de la Guerra Civil. En él, además de haber vivido generaciones de familiares durante ochenta años, tenía la mayoría de viviendas puestas en alquiler, por lo que el edificio se ha ido habitando y deshabitando a lo largo del tiempo. Desde hace unos años, el edificio datado en 1905 se encuentra a punto de colapsar, por eso ya no hay nadie que lo habite o que presencie su deceso. Cuando se comienza a analizarlo y documentarlo con el fin de que no fuera del todo olvidado, no éramos capaces de ver más allá de la ruina y la decadencia. Poco a poco, con cada fotografía y con cada dibujo, empezaron a aparecer rastros, manchas, huellas, piezas rotas, imperfecciones que evidenciaban la presencia y el recuerdo de la gente que habitó el inmueble. Por tanto, la premisa de la investigación se tornaba en lo siguiente: en la vivienda, todas las acciones emocionales tienen su expresión formal. Una bronca, una comida, bajar precipitadamente las escaleras, una mudanza, un desamor, todo ello deja su impronta en cada edificio sacando a la luz pasadas voces hace tiempo silenciadas. A lo largo del trabajo y a través de diferentes técnicas, se han ido desvelando vínculos entre distintos temas tales como el coleccionismo, la trazabilidad, la superposición, la nostalgia, etc., todos ellos interrelacionados a través de relatos algunas veces de índole científico-histórica, otras veces ficticia, pero que pretenden construir una historia única que reivindique la complejidad de los espacios domésticos.